Un rey sin corona no puede ser rey: la mujer complemento de su esposo
Cuando Eva fue hecha de la costilla del hombre, Adán dijo: Esto es ahora huesos de mis huesos y carne de mi carne, esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
La mujer fue hecha para ser un complemento para el hombre, para ser su compañera, para ser una mujer idónea, para que juntos sean una sola carne. Ella tiene que guardar sus espaldas, eso significa no criticarlo delante de nadie ni humillarlo sino hacerle el bien. En proverbios 31:11-12 dice: El corazón de su marido está en ella confiado y le da ella bien y no mal.
La mujer debe ser sabia para enfrentar todos los problemas junto a él. El hombre tiene que estimar a su mujer sabiendo que no es su pertenencia, que le pertenece a Dios. Que no solo vale para el hombre como esposa, amiga y compañera, sino también como Sierva del Dios Altísimo.
La mujer fue hecha de su costilla para ser amada por él, no fue hecha de los pies del hombre para ser pisoteada, sino que fue hecha del costado, de al lado de su corazón para que fuera amada por él y debajo de sus brazo para ser protegida por él.
Te diré algo que te pondrá a pensar: la mujer es como una corona en las manos de Dios, y el hombre es como un sacerdote en su casa. Dios le ha dado al hombre el privilegios en la historia para ser un rey de una nación y reinar en el lugar que lo ha puesto el Señor.
Una gran verdad es que: un rey sin corona no puede ser rey, el rey debe llevar siempre su corona puesta sino, no es rey. Y esa corona represente a la mujer que Dios te dio. aquella que es el bien más preciado y hermoso que el esposo pueda tener.
Una sola carne, eso es lo que Dios quiere en un matrimonio escogido por Él, con igualdad de derechos, que se amen, se respeten mutuamente y que emprendan cosas juntos. Así como en el comienzo, Adán y Eva estuvieron juntos, así el esposa y la esposa deben estar juntos, ambos necesitándose mutuamente, enfrentando juntos todas las circunstancias de la vida y dejando que sea Dios quien gobierne su vida y matrimonio.
Por Virginia Lara, para tiempodesperanza.com