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Reflexión: Tres cosas necesarias que tienen que suceder

Hombre mirando el horizonte desde lo alto de una montaña

“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9:27, 28).

Existen tres cosas que nosotros hemos de hacer:

1. Hemos de nacer. Nadie existe sin nacer.
2. Hemos de morir, a menos que Jesús venga luego.
3. Hemos de estar delante de Dios, en el Juicio.

Una de las tres cosas para hacer ya aconteció: nosotros nacemos.

La segunda, nosotros esperamos para algún día, según la voluntad de nuestro Dios.

¿Y la tercera? ¿Estamos prestos? ¿Nos hemos preparado? ¿Vivimos de acuerdo con la enseñanza del Señor, en la certeza de qué no necesitamos temer este día?

El Señor nos mandó “Id y prediquéis el Evangelio a toda criatura”. Cuando lleguemos delante de Él, ¿estamos seguros de que oiremos: “siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor”?

El Señor nos dijo: “Améis a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Cuando nos presentemos delante del Salvador, ¿su voz dulce y suave nos dirá: “venid benditos de mi Padre”?

La Palabra nos exhorta: “yo os envié para que vayas y deis frutos“. ¿Hemos sido una bendición en la viña del Maestro?

¿Hemos producido frutos qué glorifiquen a Dios? ¿Tendremos, también, el placer de oír: “sobre lo poco fuisteis fiel, sobre lo mucho te colocaré”?

Tres cosas en las cuales nos alegraremos siempre — nacemos para alumbrar el mundo, moriremos para vivir eternamente y estaremos cara a cara con el Señor para siempre. (Billy Graham).
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